Nuevos hilos rojos
Somos seres sociales. Desde que nacemos establecemos lazos, vínculos y relaciones con nuestros entornos y personas que nos rodean. Primero, como modo de supervivencia y aprendizaje; luego como herramientas para nuestro desarrollo personal, afectivo, educativo, laboral ... y emocional.
Muchas veces dependerá del tipo y calidad de esos vínculos iniciales, el modo en que encararemos nuestras vidas y nuestras relaciones.
Así, si hemos recibido buenos lazos, comunicación y vínculos con afecto, podremos desarrollarnos mejor y vivir nuestros caminos con amor y alegría.
Son esos "hilos rojos" los que nos marcarán para siempre ...
Ya más adelante en nuestras experiencias vitales, seremos nosotros los responsables de trazar, establecer y conservar esos vínculos ... esos "hilos" con quienes nos rodean; o con quienes deseamos que estén a nuestro lado.
Cuando tenemos problemas para vincularnos, cuando nuestros hilos no son lo suficientemente auténticos o fuertes, entonces sufrimos todo tipo de contratiempos, angustias, dilaciones y zozobras.
Somos producto de ese entramado de hilos que vamos tejiendo cotidianamente a lo largo de nuestras vidas.
Como en la mitología vikinga, que ensalzaba a las "tejedoras" del destino de cada ser (las Nornas), un buen día nos percatamos de lo que hemos hecho, los vínculos y ligazones que hemos trabado, y los lugares adonde ese entretejido nos ha llevado. También re-pensamos los hilos rojos que hemos cortado, o que hemos rechazado a otros seres, dándonos cuenta -con pesar- de las oportunidades que quizá hemos perdido de tal modo.
Hoy en día, que está tan en boga reflexionar acerca de la calidad de nuestras relaciones personales, sociales y afectivas, nos sorprende la facilidad con la cual se pueden "cortar" hilos rojos que hasta hace poco tiempo atrás debían permanecer firmes como cables de acero. Creo que el individualismo y vértigo que nos impone la cultura actual del instantáneo (del dedo que pasa rápido las noticias en las pantallas, o las publicaciones de otros en redes sociales) nos ha hecho perder un poco de vista las consecuencias que acarrea una conducta tan efímera como la establecida desde hace un tiempo.
Pero aún así, cuando tenemos (o necesitamos) un tiempo propicio para reflexionar sobre esos hilos rojos que hemos ido tendiendo en nuestras vidas, o sobre los que cotidianamente se nos presentan por sorpresa ante las más variadas situaciones y experiencias; nos toma desprevenidos el incontrastable hecho de que pese al vértigo de las relaciones actuales, no obstante lo efímero que a primera vista lucen todo tipo de vínculos hoy en día, hay un vasto campo de personas y situaciones que persisten -e insisten- en la calidad de sus vínculos.
Personas y seres que trabajan con ahínco en la buena calidad de sus hilos rojos.
Estoy convencido que podemos encontrar ese tipo de seres en el lugar menos pensado, sorprendiéndonos por la calidez del afecto con el cual nos ofrecen trabar una ligazón ... un hilo rojo con nosotros.
Y esto, que hace no mucho tiempo atrás era casi exclusivo de un contacto real y en persona, hoy en día se produce -fenomenalmente, por suerte- también a través de las redes sociales.
En efecto, y contrariamente a lo que muchas veces pre-juzgamos respecto de la futilidad y sensación de efímeras de las relaciones y contactos a través de las diversas redes sociales, muchas veces asistimos -con sorpresa- al establecimiento de nuevos vínculos, y renacimiento de viejos, justamente a través de Instagram, Facebook, etc.
Es como si hubiéramos evolucionado nuestras formas de vincularnos, adaptándonos a hacerlo con una persona que quizá se encuentra del otro lado del mundo (físicamente), pero que "sentimos" con un fuerte hilo rojo que nos liga mutuamente. Inclusive puede darse el caso (muy común) de no haber estado jamás en presencia de esa persona, pero que por múltiples factores de afinidad sentinos muy cercana, o con intereses y destinos buscados en común.
Creo que este panorama desmitifica la "frialdad" de las redes sociales actuales, pues hemos alcanzado un estado de evolución respecto a las mismas que nos hace superar las barreras y distancias físicas ... para permitirnos conectarnos (mediante nuevos hilos rojos) en modos impensados hasta hace poco tiempo atrás; pero con el mismo afecto, plenitud y comunión propios de las conexiones en persona.
Animémosnos pues, a desplegar nuestras empatías, afectos y proyectos en común ... estemos o no juntos físicamente. Estoy convencido que el saldo será mutuamente beneficioso para ambos extremos de ese hilo rojo de nueva entidad, con independencia del lugar donde nos encontremos en cada momento dado.
Lo importante, estimo, será la comunión emocional o de proyectos, la historia previa compartida que revive a través de estas nuevas conexiones ... el entusiasmo que nos brindan esas gentes con quienes compartimos nuevos intereses.
Cuando el resultado de esta evolución nos nutre de nuevas experiencias y emociones saludables, sentiremos su impacto en el telar de las Nornas (1):
"La vida de cada persona es un hilo en su telar, y la longitud de cada cuerda es la duración de la vida de dicha persona ..." (1).
(1) Nornas (Wikipedia)
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