Navegar es preciso ...
Navegar es preciso ...
(pero la vida, no!)
Hace unos días atrás me encontré con un conocido que provocó que volvieran a mí unos gratos recuerdos de hace bastante tiempo atrás, cuando en el Club Náutico de mi ciudad se había armado un hermoso grupo de padres colaboradores con la actividad náutica, la cual era comandada por una hermosa persona que viajaba desde Puerto Madryn a instruir a nuestros hijos.
La experiencia en sí era muy gratificante y educativa para los chicos, dado el contacto casi permanente con la naturaleza, mar, playas, sol, toninas, gaviotas; etc. A eso se agregaba el plus que le ponía el instructor náutico, que más que enseñar cabullería, jarcias y orzas, se esforzaba por formar buenas personas y divertirse con el grupo de niños.
Fueron tres o cuatro temporadas que estuvimos vinculados a este grupo hermoso, y en una de las oportunidades viajamos todas las familias a la ciudad de Puerto Madryn -en el mes de Mayo-, a participar de la Copa de las Ballenas, un evento náutico de renombre nacional.
Como éramos muchos y viajamos todas las familias, reservamos un hotel casi completo para nosotros y nos movíamos todos juntos, todo el día, en todo momento, a todos lados ...
Era muy divertido ir al Club Náutico Atlántico Sur muy temprano para ayudar a nuestros hijos a poner sus veleros Optimist y Laser en condiciones, compartir mates en las frías mañanas, verlos zarpar y dirigirse a la cancha o área de regatas. Luego, a organizar unas hamburgesas o empanadas para todo el grupete (éramos más de 50!!) y a disfrutar de la competencia. Por la tarde, a esperar a nuestros nautas exhaustos ... Y por la noche ... joda familiar!!!
En una de esas competencias, había tantas ballenas en el Golfo Nuevo que los animales invadieron la cancha de regatas (como si hubieran podido saber 😲) y los chicos veían a esos enormes animales atravesarles por debajo, a uno o dos metros de profundidad, sus Optimist o Laser. Algunas ballenas hasta se detenían a mirarlos con esos ojos enormes ... En fin, toda una experiencia!!!
Retomando, decía que hace unos días atrás ese encuentro casual con uno de los padres que participaba activamente en estos viajes, me llevó casi una década para atrás, a rememorar lo bien que la pasábamos todos juntos. Tanto fuera en el Club Náutico local ayudando todos los días, o cuando hacíamos esos viajes colectivos a navegar en otras aguas ...
Ese sentimiento me llevó a reflexionar sobre otro tipo de coincidencias, no ya casuales, sino causales; mediante las cuales nos ligamos a personas, grupos y actividades que compartimos con amor y pasión en determinados momentos de nuestras vidas, y que dejan grabado de manera indeleble, el sabor dulce de los buenos momentos compartidos.
Momentos desinteresados, sin egoísmos ni apetencias personales; sin diferencias sociales o económicas, todos unidos en pos de educar a nuestros hijos en una noble disciplina como es la náutica, y con el objetivo de ser felices mientras transitamos esa oportunidad vital.
He viajado por muchos lugares solo, en familia o con amigos; y siempre he notado ese mismo aglutinante que hace un par de días ese encuentro casual me hizo saborear nuevamente por unos instantes: todos los seres humanos, sin distinción de raza, credo, posición social o poderío económico, buscan la felicidad, pasar buenos momentos compartiendo sus experiencias con sus congéneres o compañeros circunstanciales de ruta.
Me sentí remontado a esos momentos felices, reviviéndolos intensamente por unos instantes.
Si tenemos ese tipo de experiencias en nuestros corazones, somos muy afortunados ...
Como corolario de esta entrada "náutica", les dejo un poema que disfruto cada vez que leo, escrito en el año 1979 por Luis Chiozza, y publicado en su libro Las Cosas de la Vida:
Hoy, en las horas de la esperanza trunca,
cuando los sueños dejan ver por vez primera,
el resorte interior que forma su quimera,
he perdido el temor a lo que significa "nunca".
Ignoro dónde estoy, qué mares voy surcando.
El puerto familiar, en el que ayer soñaba,
ha quedado ya lejos, como el regazo blando,
que ha seguido el destino de lo que todo acaba.
No me importa vagar, perdido entre la bruma
de un mar que no es azul, que es gris, como la muerte.
Son las olas y el viento como la vida, fuertes,
y mi barco las corta, en un torrente de espuma.
No necesito ver, como otrora creyera,
el decurso completo de la ruta futura.
Me basta con saber la concreta manera,
de aferrarme al timón, cuando la mar es dura.
Un día llegará en que mi barco, deshecho,
Se fundirá con el mar para el que fue creado.
Una hora fatal, en que todo lo hecho
unirá su destino con lo apenas soñado.
Ayer, contra la ola más alta,
en el corazón de mi nave un madero crujió.
Navegar ... ¡Eso sí que me hace falta!
-me dije- pero la vida no.
Dato de la foto: Jamaica.
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