Una aventura juvenil
Una aventura juvenil
(Puntos de contacto en nuestras historias personales)
En el año 1987, es decir, en el Siglo pasado; inicié un viaje con uno de mis mejores amigos (Peter) a visitar en vacaciones de invierno, a otro grupo de amigos que vivían en Santa Rosa, Provincia de La Pampa.
Viajamos solos en ómnibus de larga distancia (18 hs. de viaje) desde Comodoro Rivadavia -Chubut- y cuando llegamos nos re-encontramos con amistades muy queridas que se habían forjado en los tres años previos, producto de intercambios y viajes estudiantiles de los Colegios Universitarios de ambas ciudades.
Peter fue a alojarse a la casa de Robert (su mejor amigo allá, y novio de una compañera de colegio nuestra) y yo a la del Punta, amigo mío. La familia del Punta era normal, nada raro. Madre y Padre (profesional muy reconocido éste), hermanos, etc. El padre de Robert también era muy conocido en Santa Rosa.
A los pocos días de llegar, y estando meta fiesta y joda en boliches (comentario: como soy un tipo estructurado, todos se habían confabulado para hacerme creer que uno de mis amigos de Santa Rosa se había declarado homosexual y se había enamorado de mi ... colocándome en una sucesión interminable de situaciones muy incómodas ... para risa de todos ellos!!!!), nos dimos cuenta que como allí las vacaciones de invierno estaban "desfasadas" una semana con respecto a las de Chubut, en la segunda semana de nuestro viaje todos nuestros amigos de Santa Rosa se irían a Capital Federal a pasar sus vacaciones de invierno. Ups! Habíamos viajado 18 hs. para estar sólo una semana con ellos ... Y la segunda semana solos Peter y yo? Ni locos!
Obtenidos los permisos respectivos con nuestros padres (ni quería hablar con mi madre, pues intuía que no me dejaría), encaramos -para la 2da. semana- el viaje a Capital Federal en tren, desde Santa Rosa. Ese tren estaba en muy malas condiciones, tardó 18 horas en hacer 600 kilómetros (30 kms/hora!). En fin.
Llegamos a Capital Federal y nos alojamos en el departamento de los "itos" de Peter (sus abuelos paternos, una delicia de personas!), que vivían en Caballito. Durante los 4 días que estuvimos con Peter en Buenos Aires, junto a nuestros amigos de Santa Rosa, viajamos tantas veces en Subte que nos conocíamos casi de memoria las estaciones, las frecuencias, etc.
Repentinamente, un jueves (ese domingo se cumplía la 2da. semana de nuestra salida de Comodoro Rivadavia, y debíamos estar en Santa Rosa antes de las 22 hs., para tomar el ómnibus de regreso a nuestras casas) decidimos ir hasta Ezpeleta (Provincia de Buenos Aires), para visitar a mi abuela paterna (la Tita). Estuvimos con ella un rato, y por la noche nos fuimos a La Plata a visitar a nuestros hermanos mayores que estaban estudiando en la Facultad de Medicina.
Todo un periplo!
Nos alojamos (es una forma de decir: dejamos nuestros bolsos, pues nunca dormimos) en la casa del hermano de Peter, frente a Plaza Moreno, y de ahí a visitar a mi hermana en un "pensionado".
Sorpresa! Allí encontré a mi madre que había ido a visitar a mi hermana a La Plata (yo no sabía nada) y que me encaró dulcemente con un: Qué hacés acá vos? No deberías estar en Santa Rosa?
En fin, ella sí sabía por dónde andaba yo, porque mi padre se lo había comentado; por lo que el reto era para divertirse ella!
Terminadas las visitas familiares, apenas tuvimos tiempo para darnos una ducha e ir a visitar a una amiga nuestra -ex compañera del Colegio- que se había mudado a La Plata. Esa noche otra joda hasta la madrugada y dormida de sólo 2 o 3 horas.
El viernes anduvimos también por La Plata visitando gente conocida, y a la noche a un boliche (Teatro).
Sobre las 7 hs. y luego del boliche, con Peter decidimos encarar el regreso final; remontando todos los lugares por donde debíamos pasar a buscar nuestra ropa y cosas: el departamento de su hermano en Plaza Moreno, el departamento de los itos en Caballito, nuestras casas de hospedaje en Santa Rosa, etc.
Era sábado a las 7 hs. y debíamos estar en Santa Rosa, para tomar el ómnibus a Comodoro Rivadavia, el domingo a las 22 hs.
Teníamos muy poco dinero, que alcanzaba para un par de sándwiches y nada más.
Entonces, encaramos la vuelta y luego de despedirnos de los itos, nos tomamos un tren a Morón (Provincia de Buenos Aires) para ir a dedo hasta Santa Rosa.
Caminamos hasta la ruta y ni bien mostramos el pulgar, se detuvo un Ford Sierra (que era una nave para esa época!) que nos llevó hasta Chivilcoy. Con Peter nos frotábamos las manos contentos y ya estábamos contabilizando que ese sábado a la noche saldríamos a algún boliche en Santa Rosa ... ilusos ...
En Chivilcoy nos levantó una camioneta en menos de 15 minutos, joya!
Era invierno y nosotros viajábamos en la caja de una Ford F 100, que estaba llena de comida y bebida y llevaba una casa rodante enganchada. Los flacos que iban en la cabina (eran 4) de la camioneta nos comentaron que iban a la Ciudad de 9 de Julio (Provincia de Buenos Aires) a ver la carrera de Turismo Carretera y que comiéramos y bebiéramos todo lo que quisiéramos.
Con Peter estábamos famélicos; por lo que le sacudimos a todo lo pudimos.
Era tanto el frío, que Peter se descompuso. Comía y vomitaba, comía nuevamente y vomitaba otra vez ... Un desastre!
Nos dejaron en 9 de Julio a la nochecita y ya nadie quiso llevarnos más lejos.
Encaramos a un camionero que había puesto en marcha su vehículo (por lo que dedujimos que iba a viajar de noche) y el flaco nos dijo que no tenía problema, que nos llevaba hasta Santa Rosa. Cuando nos subimos al camión, empezó a preguntarnos de dónde éramos, qué edad teníamos, qué hacíamos; en fin, las preguntas habituales.
Evidentemente nuestras respuestas eran tan inconsistentes (vivíamos en Chubut, estábamos alojados en La Pampa -donde debíamos regresar-, habíamos estado en La Plata y Buenos Aires, y eran casi las 12 de la noche!!!) que le entró miedo al flaco y nos dijo que se detendría un poco más adelante en el puesto de la Policía Caminera, para que nos registren nuestros datos por si luego a él le pasaba algo ...
Cándidos jóvenes nosotros, no pusimos ninguna objeción. Bajó el camionero a hablar con los policías y luego de un rato vino uno de ellos y nos pidió que bajáramos a que nos registren los datos. Hecho ésto y ya dentro del edificio policial, escuchamos que el camión arrancaba y se iba ...
El policía no dejaba de reírse y preguntarnos: qué le dijeron a ese pobre tipo? Estaba muy asustado!
Le contamos al agente nuestra historia del viaje y nos aconsejó que nos moviéramos de allí hasta un puente que había unos 3 o 4 kilómetros más adelante (era un cruce de rutas), porque eso ya estaba fuera de la jurisdicción de la Ciudad de 9 de Julio y así no tendríamos problemas con las razzias que se iban a hacer esa noche, por toda la gente que estaba para asistir a la carrera de Turismo Carretera.
Seguimos su consejo y a eso de la 1 o 2 de la mañana (ya del domingo), estábamos Peter y yo caminando por el costado de la ruta en una oscuridad casi total (no había luna, o estaba muy nublado, no recuerdo), cuando al pasarnos un camión por el costado el tipo nos pegó un bocinazo y nos quedamos puteándolo al costado de la ruta. En eso se hizo un momento de silencio y claramente escuchamos, ambos, la voz de una niña que estaba hablando. En medio de un silencio y oscuridad atroces, ambos escuchamos la palabra "mamá", nos acercamos y preguntamos a los gritos "escuchaste eso?" "SIIIIIIII" y ahí nomás al galope (no exagero: nuestros talones golpeaban contra nuestras nalgas) corriendo casi un kilómetro hasta llegar al puente ... Los valientes! (aclaración: luego nos explicaron que en esa zona hay bañados que llevan los sonidos muy lejos entre la vegetación, y que conversaciones o fiestas pueden ser escuchadas 3 o 4 kilómetros a lo lejos, como si estuvieran al lado; será cieto?)
Recuperando el aliento nos quedamos muy asustados, esperando -además- que alguien nos llevase a Santa Rosa ...
Imposible a esa hora, en ese lugar oscuro (nadie nos veía hasta casi estar encima nuestro, y se asustaba) y ... casi nadie pasaba!
Entonces, decidimos desandar un poco de nuestro camino regresando a pasar la noche a una Estación de Servicios Shell.
Allí nos encontramos con un sereno con rasgos sádicos, que nos decía que no podíamos estar dentro del lugar calefaccionado que tenía en la Estación de Servicios, pero cada 40 minutos o 1 hora nos dejaba entrar a calentarnos junto a una estufa a querosene (mis abuelos habían tenido una de esas).
Dudo aún hoy día si lo hacía porque le dábamos lástima muriéndonos de frío afuera, y se arriesgaba a violentar las reglas que decía que tenía; o lo hacía por el simple placer sádico de echarnos una y otra vez al frío exterior ...
En una de esas entradas al calor de la estufa a querosene, estaba tan cansado que me quedé dormido y al bajar la cabeza se me quemó una parte del pelo ... quedé casi con raya al medio permanente !!!
Como a las 8 de la mañana empezamos a escuchar que se ponían en marcha los camiones que habían hecho noche en esa Estación de Servicios. Entonces, nuevamente empezamos a encarar a los camioneros, para que alguno nos lleve hasta Santa Rosa.
Entontramos uno muy gauchito ... que ya sabía del incidente con el caminonero de la noche anterior!!! Nos dijo: Ah! Ustedes son los que dejaron abandonados en la Policía Caminera ... JAJAJA! Pobre tipo! qué le dijeron que estaba tan asustado?
No salíamos de nuestro asombro ... Evidentemente la gente de la ruta es una comunidad (así lo comprobé muchos años después) que se entera de todo!
Este camionero nos llevó hasta Pehuajó, donde llegamos cerca del mediodía del domingo.
Allí, con los últimos pesos que teníamos (el valor de un atado de cigarrillos) le pedimos a un agente de la Policía Caminera que por favor nos ayudase a que nos lleven hasta Santa Rosa.
Así lo intentó varias veces el policía, pero no había resultados positivos.
En eso, un Fiat 128 (un caño de esa época) con una mujer al volante, se negaba a llevarnos. Pero no se iba, no continuaba su camino.
Entonces, nos acercamos con Peter y le rogamos que nos llevara. Accedió, previo a que nos registren los datos en la Policía Caminera.
Ya en viaje, comenzamos a conversar con la conductora (una mujer bonita, que llamaré S.T. y -calculo- tendría en ese momento unos 40 - 45 años de edad), con las preguntas de rigor ...
En un momento, le preguntó a Peter dónde se alojaba en Santa Rosa y resultó ser que ella había sido compañera de colegio -en escuela primaria y secundaria- del padre Robert, y que mantenían contacto y una gran amistad hasta la actualidad.
Qué coincidencia!
Encontrar a esa mujer así, en los confines de la Provincia de Buenos Aires y en forma tan aleatoria, con ese punto de contacto ... nos pareció una gran coincidencia!
Luego le preguntó a Peter dónde vivía en Comodoro Rivadavia, porque ella conocía gente de allí ...
Resultó ser que esta mujer conocía a un vecino del mismo barrio de Peter (dos casas separado), quien era -además- el padre de un amigo de mi hermana mayor, y -también- conocido de mis padres.
Qué coincidencia!
Llegó mi turno en el interrogatorio y cuando le dije dónde estaba alojado en Santa Rosa casi volcamos en la ruta ...
Resultó ser que esta mujer (reitero: evidentemente muy bonita y llamativa en su época) había sido la amante del padre del Punta, mi amigo. Y yo sin poder creerlo, dado que para mi, la familia del Punta era muy normal ...
Esta mujer, muy simpáticamente y con total naturalidad, nos contó a Peter y a mí que todo el mundo en Santa Rosa sabía que ella era la amante del padre del Punta (WTF!???); que los viernes pasaba a buscar a toda la familia por la casa donde yo estaba alojado y se iban a pasar el fin de semana juntos (ella, su amado y los tres hijos) al country de ella, y que desde la vereda los despedía la madre de Punta ... En fin, mi cabeza estaba a punto de hacer crack!!!
Qué tremenda coincidencia!
Superado el trance, nos dejó a cada uno en las casas donde estábamos alojados (por supuesto, si las conocía!!!) y cuando estuve a solas con el Punta, le conté lo que me había pasado ...
Para mi sorpresa, lo tomó con total naturalidad y hasta llamó con entusiasmo a su madre, para contarle que la novia de su padre me había llevado desde Pehuajó hasta Santa Rosa. 😨
Entré en estado catatónico ...
Imagínense por un momento la situación: no podía creer ni lo que me había contado la mujer durante el viaje en auto, ni mucho menos la naturalidad con que la familia del Punta tomaba ese asunto ...
En fin, guardé mis cosas en el bolso, me duché y como a las 19 hs. fuimos todos a un asalto (fiesta bailable en el garage de una casa). Mientras todos trataban de encarar chicas, Peter y yo nos sentamos en la mesa de sándwiches y tortas y no paramos de comer las casi 3 horas que estuvimos allí. Nuestros amigos se nos quejaban diciendo que los estábamos avergonzando ... pero nuestra situación famélica era mucho más importante.
A eso de las 21:50 hs. nos fuimos a la Terminal de Omnibus y lo último que recuerdo (despierto) es ver por la ventana del bus cómo se corría el techo de la Terminal ... Luego, el zamarreo del chofer en la Terminal de Comodoro Rivadavia para despertarme porque habíamos llegado a destino ... 18 horas después!!!!
Unos días más tarde le conté todo el periplo a mi padre ... quien no paraba de reírse! Me dio uno de los mejores consejos que recibí: las apariencias engañan, pues en todos lados ese tipo de cosas -aunque se ocultan- son muy comunes.
En fin, aunque me disculpo por la extensión de esta entrada, quería transmitirles cómo teniendo sólo 16 años de edad aprendí grabado a fuego que el mundo es verdaderamente un pañuelo, que las coincidencias existen y se revelan en los momentos menos esperados y que todo está conectado.
Tengan cuidado por dónde y con quién andan!!! Ojo!
Bonus track: Un par de semanas luego de haber regresado a Comodoro Rivadavia de este viaje alucinante, estábamos Peter y yo en la pista de patinaje sobre hielo que había en el predio donde hoy hay un conocido supermercado en el centro de la ciudad, y como ambos conocíamos a quien en ese momento era la instructora de patinaje sobre hielo (la esposa de su vecino a dos casas, y conocida de mis padres también), le contamos con candidez que habíamos conocido a S.T. y que le mandaba saludos a Adolfo, el esposo de nuestra interlocutora. La cara de culo que nos puso lléndose abruptamente de donde estábamos los tres en la pista de patinaje nos hizo concluir a Peter y a mi que evidentemente S.T. también había estado en enriedos por estos pagos ... En fin!
Qué coincidencia!
Dato de la foto: Bocana del Puerto de Cartagena de Indias, Colombia.
Aclaración: todos los nombres propios fueron reemplazados, para preservar su privacidad.

Impresionante entrada! doy plena fe, según lo que he conocido de los labios del propio Peter, que todos los hechos que él recuerda coinciden plenamente con el relato aquí desarrollado... y que muchos que no recordaba le volvieron a la mente a partir de tales descripciones tan precisas!
ResponderEliminarGracias!
EliminarExcelente! y felicitaciones por la iniciativa...aunque si arrancaste contando algo de los 16 años..mucho habrá que esperar para los días del Camino de Santiago....jejeje
ResponderEliminarHay que ser paciente... George
EliminarHermoso relato, gracias por éste viaje de coincidencias!! Cariños a los Peter, los Robert, las señoras S.T, los ios y los viajeros del camino que no pierden la frescura de sorprenderse en los caminos. Abrazo grande!
ResponderEliminarGracias!
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