29 de Agosto
Día del Abogado
No fue tan así.
Muchas mujeres han influido a propósito, o de forma casual, en mi vida de abogado ... definitivamente.
Pero contemplando a la distancia el camino recorrido desde hace ya casi tres décadas ... advierto que fue el único rol y función (laboral, por supuesto) que mi espíritu más íntimo podía desempeñar, sin colisionar con mis propios valores.
Admito que sólo en la última etapa recorrida logré reconciliarme con mi profesión. Antes, al comienzo del ejercicio profesional, la necesidad dejaba fuera al disfrute.
Si, las Universidades no preparan (o si lo hacen, es muy deficiente ese aspecto de la formación académica) para el ejercicio profesional libre. Entonces, la necesidad de establecerse, ganar nombre y prestigio, experimentar la profesión que se vislumbra enoooorme y en penumbras ... por lo general impide el disfrute, la reflexión y la propia identidad del hecho del ser ... abogado.
Así es como se producen los errores, las metidas de pata fenomenales, los apuros innecesarios ... Por eso la necesidad de mentores que guíen el camino en los primeros kilómetros de recorrido!
De todos modos, nuevamente a la distancia, creo que todos los errores, desaciertos e idas y vueltas son necesarios en la alquimia de la formación del abogado. De todos los abogados. Los que ejercen la profesión libre y los que trabajan para otros ...
Todos.
Ya un poco más avanzados en el camino, un día cualquiera notamos que ya no nos da terror el cliente que se sienta delante nuestro a contarnos sus problemas y, mientras lo escuchamos atentamente, imaginamos infinitas posibles evasivas a su ineludible pregunta final: Y usted qué piensa, doctor?
Huir ... esfumarme!
Es muy interesante la cuestión psicológica que se pone en juego (una y otra vez) en cada oportunidad en que cualquier persona -cliente o no- confía sus problemas o dudas relatándonos los mismos con lujo de detalle, mientras palpamos con claridad cómo va creciendo su expectativa y confianza en que -evidentemente- sabremos darle la mejor y única respuesta, la única solución factible a sus inconvenientes, como dando por descontado que el abogado posee un don sobrenatural para dar la solución adecuada a cada problemática.
Luego de haber actuado algunos años en el análisis y juzgamiento de los "desvíos" disciplinarios de algunos colegas abogados, he concluido que ese fenómeno se produce por la desigualdad técnica que existe naturalmente entre las partes. Esto es, entre el cliente y el abogado, pues este último detenta un poder casi omnímodo ante la combinación explosiva del desconocimiento y la angustia de su consultante.
Por suerte, la gran mayoría de los abogados utiliza ese poder para dar una asistencia casi paternalista a las necesidades de sus clientes o asistidos, conduciéndolos en la solución de sus problemas; pero otros -los menos, según mi experiencia- lo utilizan para hacer verdaderas fechorías.
Agradezco a la profesión que me haya dado la posibilidad de trabajar un tiempo en la corrección de esos desvíos verdaderamente indignantes; siendo muy gratificante -para todos los jueces que así lo hacíamos- separar la paja del trigo cuando existía una verdadera actitud desleal del abogado hacia su cliente o bienes; o cuando sólo se trataba de una conducta revanchista del cliente hacia su anterior abogado.
Aunque es una faceta no muy divulgada, no se imaginan la profunda zozobra y angustia que para cada parte generaban todas esas situaciones. Inclusive, para el propio Poder Judicial cuando era el iniciador de las actuaciones disciplinarias del Colegio de Abogados.
También resulta estimulante el trabajo del abogado como creador de normativa que cambia realidades, sea participando directemente en su redacción, o como parte de grupos de interés que buscan tales cambios.
O también, en la otra vereda, el desempeño profesional del abogado litigante como impulsor de cambios de criterios judiciales a consecuencia de lo sucedido en tales o cuales Casos Judiciales.
Cuando estaba en los comienzos de mi camino como abogado, una charla casual con un Secretario de la Cámara de Apelaciones (hoy Juez), me impactó: "los cambios de jurisprudencia alguien los hace, alguien los genera ..."
Habiendo transcurrido más de 20 años de esa frase, el ejercicio profesional y la vida misma se han encargado de confirmármela una y otra vez.
Por eso cada tanto sale en los portales de las noticias algún fallo renombrado de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que resolvió algún planteo en forma novedosa ... sea cambiando los criterios existentes hasta ese momento, o fijando un criterio nuevo ante una situación inédita.
Eso que vemos en los titulares de los diarios debería hacernos reflexionar que previamente implicó que hubo alguien que quiso pelear por un derecho que le era desconocido, también hubo un abogado que se decidió a dar esa pelea pese a los criterios judiciales contrarios, o la inexistencia de casos similares, y -finalmente- también existió toooda una serie de vías y caminos procesales que hubo que recorrer -durante años- para lograr ese fallo del que ahora todos hablan.
El tezón y convencimiento es algo que me ha enseñado la profesión de abogado; los cuales, junto con la independencia de criterio y la formación académica, nos ensanchan los límites del ejercicio profesional libre.
En fin, como dije al principio debo confesar que es en este último tramo de mi sendero como abogado que logré reconciliarme con las mieles del Alma de la Toga (obra exquisita del Maestro Angel OSSORIO Y GALLARDO, escrita en el año 1919, cuyo texto pueden ver aquí); pues haciendo una pausa obligada por estos últimos meses de aislamiento y reposo, he ido hacia atrás recorriendo el camino de los recuerdos advirtiendo para mi sorpresa que disfruté cada momento, cada encrucijada, cada victoria y también cada derrota.
Cada momento. Cada etapa y cada enseñanza ...
Porque el abogado es así ... nadie lo quiere, pero todos lo necesitan! 😁
Uno de los primeros profesores de la Facultad de Derecho, nos dijo de entrada y sin anestesia: "miren chicos, ustedes pueden casarse y vivir felices toda su vida, divorciarse dos o tres veces, tener hijos y pelearse con ellos y no verlos nunca, ganar lo suficiente para tener muchas propiedades (casas, campos, etc.), o sólo sobrevivir con un sueldo oficial, tener muchas cuentas bancarias o llevar una vida profesional espartana. O sea, la vida les va a dar muchas cosas y sacar otras tantas ... Van a ser casados, divorciados, viudos, padres, hijos, abuelos, ricos, pobres, etc. Pero lo que NUNCA van a dejar de ser es ... abogados!"
Y así fue ...
Les dejo para el final, una anécdota que me marcó toda la vida. Estaba culminando mis estudios universitarios en La Plata, y había ido a entrevistarme con un Diputado Provincial en la Legislatura, por un tema de un Concurso de Monografías. Mientras lo esperaba, me puse a leer los "avisos parroquiales" que estaban fijados en una gran pizarra en el pasillo de los despachos de los Diputados, y entre múltiples ofrecimientos de compañeros de alquiler, viandas a domicilio, traslados de cosas y personas, agencias de taxis, etc.; alguien con mucho sarcasmo había pegado un cartel con un discurso del fundador de la Universidad Nacional de La Plata, Dr. Joaquín V. GONZALEZ.
Absolutamente nada tenía de relación ese discurso con el resto de los avisos y publicaciones pegados en la pizarra, pero entendí el sarcasmo del autor de esa pegatina ... Un poco de luz en medio de tanta vanalidad intrascendente ...
En fin, desde ese momento, siempre tuve presente en mi interior (aún en los momentos profesionales más desagradables) las palabras de tan iluminado personaje:

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