El Mutualismo en Argentina - La idea perenne de la Ayuda Mutua.
El comienzo del movimiento de agrupación mutualista en nuestro país está ligado, al igual que en el resto del mundo, a la historia de las luchas laborales y las ayudas recíprocas de grupos sociales en igualdad de situaciones (inmigrantes, personas de escasos recursos, enfermos sin cobertura de salud; etc.).
Igual que en otras regiones del planeta, se fueron generando reuniones y agrupamientos de las personas menos favorecidas por el sistema social y económico, para defenderse y buscar, por sus propios medios y en forma organizada y colectiva, mecanismos y formas de acceso a los resortes de poder (político y económico) que les permitiera dar satisfacción a sus necesidades mediante el esfuerzo y la perseverancia.
Así, los que primero experimentaron esa necesidad de agruparse fueron los inmigrantes, colonos en su mayoría.
Estos hombres procedían, inicialmente en la Argentina, de España y de Italia; descollando sobre el resto de las nacionalidades inmigrantes, en sus labores de creación de entidades mutualistas, gremios y sociedades civiles. Los que fueron llegando más tarde de Francia, Portugal, Alemania y otros países se integraban a las ya existentes instituciones mutualistas, o replicaban sus modelos de creación; con la finalidad explícita de fortalecer sus sentimientos patrióticos, conservar sus tradiciones y protegerse de las enfermedades.
De este modo nacieron en las ciudades y poblados de nuestro país entidades de “Socorros Mutuos” (casi todas sobre fines del Siglo XIX y principios del Siglo XX) con fines sociales y de ayudas colectivas en las adversidades (enfermedad, fallecimientos, vivienda; etc.); mientras que simultáneamente nacían también las sociedades o agrupamientos de “ayuda mutua” pero con finalidad gremial y salarial, constituidas por trabajadores de un mismo oficio: zapateros, sastres, panaderos, tipógrafos, artesanos, empleados administrativos.
Entre los gremios más virulentos y combativos que tuvieron su esplendor sobre fines del Siglo XIX estuvo el de los trabajadores panaderos. Su origen institucionalizado puede datarse en 1887 cuando fue creada –por Errico Malatesta, italiano anarquista fugado de su país- la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos, primer “gremio” combativo del país.
El debut de esta agrupación –entre cuyas finalidades estaba la de tomar por asalto al poder y consecuentemente al Estado, para luego abolir a este último como medio de sometimiento burgués al proletariado y clase obrera- se dio con una importante huelga en Rosario -1888- al término de la cual se logró triunfar en las modificaciones laborales exigidas, e inclusive redactándose un “estatuto” o “convenio de trabajo” específico de la actividad.
Como corolario de su actividad triunfal, y fiel reflejo de su concepción anarquista pura, el gremio de los panaderos nos dejó un legado pocas veces rescatado, pero invariablemente utilizado casi con cotidianidad en nuestras costumbres gastronómicas argentinas.
En efecto, cada vez que mordemos una factura, el crujido de lo que en otros tiempos fuera sarcasmo sedicioso popular, resuena entre los dientes; pues las facturas, esas elaboraciones de masa de panadería con más o menos manteca, y más o menos dulces, adquirieron a partir de 1888 formas singulares y apodos peculiares.
En verdad, la medialuna ya tenía su historia, y la misma puede ser el origen del “sello” anarquista. Refería a la luna musulmana y a la ciudad de Viena sitiada en 1529 por el ejército turco. Los reposteros locales, a fin de animar a la población, tomaron el emblema de los invasores y lo moldearon en sus hornos. Con el símbolo sagrado en sus bocas, la gente se subía a las murallas y masticaba las medialunas con descaro ante los ojos furiosos de los soldados.
La misma provocación y rebeldía contra el status quo se supone que llevó a los oficiales panaderos argentinos, imbuidos por el ideario anarquista, a escandalizar al Ejército, la Policía y a la Iglesia; mediante burlas que -por hábitos alimenticios- quedarían permanentemente instaladas en la sociedad.
Así, cuenta la leyenda popular que parte
de la lucha fue nombrar irreverentemente a sus creaciones
"cañoncitos", "bombas", "vigilantes",
"bolas de fraile", "suspiros de monja" y
"sacramentos". Ni hablar de las burlas -con los tipos de panes- a las Monarquías europeas ("felipe" y "mignón", etc.).
Puede ser gracioso pero es parte de nuestra historia como argentinos.
Retomando, estos movimientos obreros anarquistas se fueron acentuando y multiplicando con el transcurrir de las décadas, siempre con el espíritu común de la lucha solidaria entre los pares de un mismo gremio o actividad; llegando a sus expresiones más trágicas en la Semana de Mayo de 1909 y la Masacre de la Patagonia de los años 1921 y 1922.
Luego, el movimiento obrero violento o anarquista iniciaría su declinación; desmembrándose por un lado a través de la participación política por medio del Partido Socialista de principios del Siglo XX y, por el otro, en movimientos gremiales institucionalizados por voluntad y acción del propio Estado Argentino (como canalización del proletariado urbano), alumbrándose su cooptación como movimiento social a través de las ideas y acciones del por entonces Coronel Juan Domingo Perón.
En paralelo, las mutuales se fueron multiplicando. Hoy no hay Provincia Argentina que no cuente con Asociaciones Mutuales o de beneficencia recíproca. Las mismas rápidamente trascendieron sus fines primigenios (orientados a los sujetos de la misma nacionalidad, o sus descendientes), no sólo al permitir la adhesión voluntaria de las comunidades en las que se desarrollaron, sino también al ampliar sus finalidades de asistencia y ayuda mutua.
En la actualidad, muchas de esas primigenias “Sociedades de Socorros Mutuos” brindan servicios sanatoriales, culturales, de identidad y esparcimiento a la comunidad toda; integrando y brindando un espacio sano y cálido para el encuentro generacional y social.
Existen alrededor del mundo múltiples asociaciones mutualistas, plenamente integradas a la sociedad moderna. Más aún, actualmente el mutualismo está ligado a empresas financieras, a aseguradoras, cooperativas, entidades de fomento de la economía solidaria, gremios y movimientos religiosos.
Creo que es inherente a la naturaleza humana la cooperación con fines solidarios y de ayuda mutua, más allá de la realización personal y económica que cada individuo proyecte para sí y su grupo primario.
Esto es tan así, que pese a tener los sistemas capitalistas y mercantilistas varias décadas -e incluso siglos- de dominación de los sistemas económicos globales y locales, el mutualismo y la ayuda mutua no han desaparecido ...
Se han mantenido vigentes y plenamente vivos porque son, reitero, propios de la naturaleza humana.
Por lo menos, hasta ahora.
Veremos qué nos depara este tumultuoso Siglo XXI de derrumbes económicos y bursátiles, de cambios de paradigmas sociales y de formas de trabajar por la Pandemia, en fin ...
Creo que ya está en desarrollo -aunque centremos nuestra atención en la crisis, no en lo que viene- una nueva revolución social en los esquemas de relación política, institucional, económica, grupal, familiar e individual.
Creo también que, por la dinámica de los procesos sociales, poblacionales, familiares y laborales que se viven en estos días, las protestas sociales que se tildan de anarquistas o movimientos anárquicos, en realidad constituyen el mismo germen de la Ayuda Mutua relatado más arriba, y que será un elemento muy presente en la nueva ola que viene ...
Quizá ello no sea de la manera, concepto o forma en que lo hemos concebido y analizado históricamente.
Pero no me cabe duda alguna que no habrá resquicio para impedir la "socialización" de la Ayuda Mutua, o como sea que en el futuro se llame a la asistencia desinteresada al otro.
En el estado de cosas actual, con tanta presión social e interna acumulada por las restricciones, confinamientos y barreras; la generalización y crecimiento horizontal de la Ayuda Mutua en todas las sociedades de cualquier país del mundo será imparable.
Es muy evidente que existe un hilo conductor entre la empatía y la Ayuda Mutua. Y, entre ambos, con los movimientos y manifestaciones sociales que se han producido espontáneamente por parte de la población civil (sin banderías políticas, ni partidarias) en pos de poner voz a los afectados por los cierres y limitaciones sociales y económicas impuestas por todo tipo de Gobiernos.
Son tiempos tumultuosos que alumbrarán nuevos esquemas sociales.
El mutualismo y la ayuda mutua serán protagonistas ...

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