Almas Varadas ...


 En términos náuticos, no excesivamente técnicos, una nave se vara o queda varada, cuando queda atorada con el fondo o la orilla no buscada, porque el líquido por el que fluía fue perdiendo profundidad y espesor y resulta -ahora, con la varadura- inexistente. Por ende, ese navío no puede "fluir" más por el líquido, no puede navegar ni avanzar. Está atascado.

Algo similar ocurre, algunas veces, con nuestras vidas.

Quedamos atascados en un varamiento laboral, detenidos en seco en nuestro fluir social, o sin fluido en nuestra corriente emocional ...

Sin darnos quizá cuenta, o algunas veces sin importarnos demasiado los signos de poco "fluido" bajo la nave que circula por la corriente de nuestras vidas, quedamos varados en algún punto sin que hayamos querido ese destino ...

Entonces, vemos con desazón cómo nuestros compañeros de viaje de la vida, siguen navegando y fluyendo con la corriente, avanzando en sus propios derrroteros y alejándose paulatinamente de nosotros. La mayoría de las veces esto nos provoca frustración, impotencia o resentimiento, pues estamos varados en el fluir de nuestras vidas.

Más aún, vemos de repente cómo esos mismos compañeros de viaje, de trabajo, amigos, hijos o parejas, se hacen cada vez más pequeños en el horizonte de nuestras vidas ... hasta que algún recodo ya los hace desaparecer quedando sólo vívidos en nuestros recuerdos de los momentos y aventuras vividos juntos en tiempos pasados.

Muchas veces muchos de nosotros ni siquiera atinamos a doblar los esfuerzos para salir de la varadura y continuar fluyendo por la vida, por las hermosas experiencias con que nos sorprende a la vuelta de cada recodo; y nos quedamos allí -varados- lamentándonos y autocompadeciéndonos.

Algunos logran zafar de sus varaduras, continúan sus viajes renovados y con otros compañeros de ruta, emocionados por el éxito de haber podido sobreponerse y fortalecidos por la experiencia ...

Otros, los más afortunados, un día caen en la cuenta que alguno de los navegantes que pasaban por su lado se desvió, se acercó y trató de ayudarlos a salir de su varadura. Entonces, aceptan su destino y se dejan ayudar para salir de ese punto muerto en el fluir de sus vidas, o rechazan la oportunidad y se quedan allí, en el tiempo suspendido sine die de la no-vida.

Nuestras naves están hechas para fluir en la corriente de la vida, no para estar en puerto y nunca para estar varadas.

Somos seres que debemos fluir y navegar por las experiencias que nos regalan los momentos y elementos de cada día. No podemos desaprovechar esa aptitud innata que tenemos, ni renunciar a ella por una simple varadura temporaria.

La corriente del río de  nuestras vidas sigue fluyendo constantemente aunque estemos varados en algún punto, y nos muestra cómo otros continúan pasando a nuestro lado navegando las delicias de sus vidas.

Fluyamos y naveguemos!

Como corolario, hace un tiempo leí una frase impactante del filósofo Khalil Gibrán que me gustaría regalarles, porque nos hace reflexionar:

 



 


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