Somos energía ...
... para Popy ...
Pocas experiencias son tan gratificantes y plenas como viajar sólo con alguno de tus hijos, vos y él o ella, en exclusividad ...
A mi me ha pasado, y me siento muy afortunado de haberlo podido hacer con varios de ellos; por distintos lugares, países y en diferentes circunstancias, pero con esa ligazón tan especial que se traba de por vida en la exclusividad de los momentos compartidos de a dos, plenos y felices ...
No es que no disfrute la locura y diversión propia de los viajes familiares, como ya lo he dicho antes; sino que estos periplos, estas aventuras de a dos, son muy íntimas ... se consolidan en el amor de la experiencia compartida, en la complicidad de la exploración de nuevos destinos, culturas y gentes ... en el temor del hijo que es conducido y cuidado por el padre ...
Es ese temor, casi una simbología plena de la vida a la que están próximos a lanzarse ... con nuestro impulso vital como padres.
En ese contexto, y con esas emociones a flor de piel a cada instante, me he sorprendido de la intensidad de la energía que nuestros frutos despliegan en esos momentos tan especiales de exclusividad parental ...
La luz que irradian mostrándose a pleno justamente por la situación de acaparar la total atención nuestra, a cada momento ...
Cómo es que esa luz se pone más tenue cuando se sumerge en la interacción familiar o social?
Por qué explota en esas circunstancias especiales y se muestra tal cual es, pura y potente ...?
Evidentemente, es la química de ese encuentro tan especial en exclusividad lo que provoca ese estallido de luz ...
Analizando hace poco las vivencias de un largo viaje en bicicleta con una de mis hijas, encontré que en realidad esa misma situación ... esa misma sensación ... ese mismo atributo ... siempre estuvo presente con cada uno de los que la precedieron en esas aventuras de a dos: padre-hijo.
Todos me hicieron sentir lo mismo: su luz plena y sin restricciones.
Su energía propia, exclusiva y particular ... Su esencia.
Así entonces, ví en ellos lo que en realidad somos todos nosotros.
Energía que circula permanentemente ... en nosotros y entre nosotros.
Hace algunos años atrás, luego de una crisis personal profunda de la que estaba lentamente saliendo, una amiga muy querida me regaló un libro sobre cómo meditar, con una extensa dedicatoria personal que decía -con total sabiduría- que ese libro tenía una energía especial que debía fluir ...
Que en ese momento ella me regalaba ese libro a mi con todo su corazón, pero que si alguna vez encontraba a alguien a quien dárselo por su falta o mala energía, no dudase en hacerlo circular ... porque somos energía que fluye ...
Así lo hice, y me alegra pensar que haya ayudado de ese modo a otras personas.
Saber que la energía y motivación que me transmitió mi amiga a través del regalo de ese libro, seguramente ayudó a cada uno de los que se lo dí (hoy el libro ya circuló fuera de mis manos, definitivamente), me hizo sentir nuevamente la energía inicial con que lo recibí ...
Es claro entonces, que verdaderamente somos energía ...
En todas nuestras facetas, nuestras relaciones, nuestros afectos, enojos, amores, amistades, trabajos y en fin ... en nosotros mismos.
Cada día de nuestros viajes, mis hijos brillaban a pleno con su energía pura, alimentándome ... y me enseñaban, así, que yo también los alimentaba de mi propia energía.
Creo que en cada instante de nuestros días, a cada paso del viaje de nuestras vidas, ese fenómeno ocurre con todas las cosas y personas. Nos alimentan ... y alimentamos.
Si estamos mal, nuestra energía negativa circulará por nuestro interior haciéndonos daño, enfermándonos. Transmitiremos a los demás esa mala energía ... aislándonos, peleándonos, sufriendo y fracasando en nuestra vida cotidiana.
Por el contrario, si nuestra energía interior es positiva, nos renovará y vitalizará cada órgano, cada pensamiento, cada emoción y cada vínculo con el exterior.
Y así vamos por la vida, rechazados por nuestras malas energías y apesumbrados por el malestar que ellas generan en nuestro interior ... hasta que en cierto tiempo de estar así nos enfermamos porque esa energía negativa convence a algunas células de nuestro cuerpo que deben revelarse y empezar a funcionar mal ...
O, por el contrario, viajamos estableciendo a cada paso conexiones con otros seres que vibran en nuestra misma buena energía positiva; sean éstos una persona, una mascota, una planta ... o lo que fuera que nos alimenta.
Inclusive, estoy convencido que ni siquiera es necesario que haya una estricta misma frecuencia en nuestras energías ... puede ser que alguien que vibre muy por debajo de nuestra frecuencia de repente se contagie de lo que emanamos y comience un círculo virtuoso de más y más potencia en su luz ... sanándose.
O también, en el proceso inverso, que encontremos en nuestros caminos y senderos personas con energías tan negativas y de frecuencias tan bajas ... que nos drenen nuestra luz y alegría.
Como en la imagen de la Matrix, todos somos energía ...
Está en nosotros conectar con la buena energía que irradian los demás seres, con la luz de cada uno ... la que nos alimenta e impulsa a avanzar en el sendero de la bella vida.
Así lo aprendí de cada uno de mis hijos ... Así me lo enseñó especialmente Popy 💙

Comentarios
Publicar un comentario