Pequeños gestos ...

 

Vivimos tiempos extraños. La sociedad se prepara para salir de la Pandemia, las restricciones gubernamentales disminuyen, se tiende a una nueva "normalidad" y se palpa claramente una energía contenida en todos los ámbitos.

Muchas personas continúan haciendo sus lutos truncos, otros se esfuerzan por recuperarse económicamente, los más jóvenes comienzan otra vez con la presencialidad, el trabajo remoto se modifica según la conveniencia de la organización empresaria ... y también -por primera vez- del propio trabajador.

Atrás quedaron paradigmas tan arraigados como -hoy- obsoletos: no es necesario cumplir un horario en un determinado lugar físico para ser productivo y eficiente en la faz laboral. Ni siquiera resulta conveniente. Muchas empresas han dejado sus sedes corporativas, dándoles a sus colaboradores la libertad de producir dónde y del modo que les resulte mejor.

La educación perdió -transitoriamente- algunos condimentos propios de las clases con el profesor enfrente, pero avanzó enormemente en el uso de tecnologías y herramientas informáticas antes meramente incipientes.

Las redes sociales han proliferado, y ya no existen dos o tres ámbitos virtuales que todo lo acaparan. Hoy existen redes y comunidades para lo que la imaginación pueda abarcar.

Los humanos no hemos aún asimilado completamente los enormes cambios que se han producido como producto del frenazo mundial del 2020-2021; y recién ahora, que se comienzan a relajar las restricciones y confinamientos, comenzamos a vislumbrar una nueva Tierra.

El Mundo cambió ... y nosotros con él.

Así creo que ocurre con las miles de personas que no sólo han logrado mantener sus trabajos desempeñándose en forma remota y por objetivos (más que por horarios), sino que -mejor aún- han escalado lugares obteniendo mayor productividad, originalidad, eficiencia, riqueza intelectual, etc. Todo ello ha redefinido la relación empresa-trabajador, pues la organización empresaria se ha beneficiado con una notable reducción de costos, y el trabajador ha logrado per se mayor poder de fuego en la re-negociación y establecimiento de sus nuevas condiciones laborales. Todo basado en la mejor y mayor producción individual que -en la generalidad de los casos- se ha logrado como producto del trabajo remoto generado por los confinamientos.

Extraño, no? Que una Pandemia mundial genere algunos beneficios para parte de la población trabajadora ...

Esa gente, al igual que muchos otros a los que estos dos años han cambiado radicalmente sus vidas, poseen en sus semblantes pequeños gestos que denotan su vibración en esa otra (nueva) frecuencia.

Así se los ve por la calle, sonrientes y relajados. Conscientes ...

Han logrado sublimar todo lo malo de la Pandemia, transformándolo en una nueva forma de vivir cada día, en una actitud diferente de encarar cada cosa que se les presenta en sus caminos. En definitiva ... en un modo distinto de relacionarse consigo mismos y con los demás.

Se nota. Se les nota.

Sus pequeños gestos dan cuenta que ya no evalúan como tan importantes cosas que antes de la encerrona definitivamente lo eran. Que no seguirían más a personas que antes eran generalmente líderes, que sus expectativas han cambiado por cuestiones menos materiales y más simples ...

Como un momento, una mirada, una compañía, un lugar ...

Es notorio que toda esa gente ha sabido cambiar de frecuencia ... abandonando de a poco el frenesí anterior a Marzo del 2020.

Los más extremos auguran una oleada de hedonismo sin límite. Yo creo que habrá más sencillez, más conexión, más realidad ...

Conectamos de otras formas ahora. Ya no importan tanto las cuestiones meramente materiales, ni los trabajos o puestos laborales deslumbrantes, el mejor automóvil o el viaje más soñado ...

Hemos madurado como humanidad, luego del golpazo de los confinamientos, las muertes, la sombra del miedo.

Hoy en día, hasta damos pequeños gestos que no pasan desapercibidos a los demás. Nos interesa una tarde cualquiera, en cualquier playa y con casi cualquier otra persona ... por sobre la mejor vacación en el lugar más exclusivo.

Porque esa vacación no la tenemos, y hemos tomado consciencia que es probable que nunca la vivamos.

El contacto con el hoy y ahora, con la persona de al lado nuestro en este mismo momento ... sí lo tenemos. Y lo podemos renovar donde y cuando querramos. La vacación exclusiva dependerá de múltiples restricciones ...

Esos pequeños gestos que ensayamos cada nuevo día para dejar atrás el dolor del aislamiento, las pérdidas y los recorridos que ya no haremos, nos marcan como una nueva estirpe humana:

Somos los que hemos aprendido la lección emocional que nos impuso la Pandemia.

Los que no lo han hecho, hoy se afanan por volver al modelo anterior, extinguido ya. Y se les nota también.

Porque ellos, los que no han aprendido nada, también tienen sus pequeños gestos.

O son gestos pequeños, en realidad?

Pensemos y miremos alrededor atentamente ...

Encontraremos muchos pequeños gestos a cada paso. En todo momento ...

Los invito a disfrutarlos. Yo lo hago siempre que puedo.   

 

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