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Atesoramos momentos ...

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  Luego de mucho tiempo sin escribir, pero no sin emociones que me hayan motivado a hacerlo; retomo esta sana canalización de las cosas que me -y nos- suceden en el hermoso camino de nuestras vidas. En pleno proceso de cambio (literal) de vida, pues estamos iniciando una nueva página en España, con casi toda mi familia nuclear, en estos últimos días se volvieron a manifestar emociones muy intensas y fuertes, que noté me llamaban a los gritos para la reflexión. En eso estaba entre trámites personales y de trabajo, cuando un evento muy trascedente -pero que minimicé por completo- demandó toda mi atención y energía: mi familia me pidió un video recorriendo la casa donde hemos estado viviendo los últimos veinte años, donde nacieron y se criaron mis hijos, y donde nacimos y crecimos como familia. No le dí demasiada importancia al pedido ... hasta que me embargó una profunda emoción mientras iba haciendo el video y relatando las sensaciones y recuerdos que emanaban de lo más profundo de ...

Latencias ...

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Para Anto Caminamos por nuestras vidas con cuestiones, asuntos, problemas, añoranzas ... pendientes; con aspectos y rincones latentes que nuestras personalidades desoyen, silencian o inclusive -algunas veces- reprimen. Recorremos el sendero de nuestra existencia, o parte de él, acarreando esos temas pendientes; que permanecen la mayoría del tiempo en latencia. Adormecidos ... pero presentes en nuestros interiores. Como una espinilla en nuestros pies, cada tanto esas cuestiones nos recuerdan que ahí están, sin resolverse aún pero tampoco sin explotar.  Simplemente existen y nos señalan un aspecto nuestro -o varios- que dejamos frecuentemente de lado. Que mandamos a la sombra de nuestras vidas cotidianas, a los márgenes y fronteras de nuestras existencias. Muchas veces ese mecanismo que desarrollamos alguna vez para eludir el tema, y continuamos desplegando otras tantas para protegernos; en realidad nos engaña ... nos anestesia con un falso olvido ... sin advertirnos de los efectos d...

Ángel

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  Una imagen vale mil palabras ... Una palabra puede animar o lastimar. Un gesto sin palabras revela nuestros pensamientos interiores. Como en la imagen, un espejo de nosotros mismos nos sigue todo el camino que recorremos en la vida... A lo largo de nuestra existencia solemos tener experiencias insólitas, sorpresivas, totalmente inesperadas, o incluso absolutamente increíbles ... unidas todas por un hilo invisible de suerte, oportunidad, gracia, inspiración o ayuda etérea. Muchas veces nos alegramos de salvarnos de un problema mayor por pura suerte de último momento, o encontramos abruptamente la salida a una situación que nos atormentaba durante bastante tiempo; e inclusive hemos salido -sin pensarlo- indemnes de una trapisonda o trampa grave que nos podría haber colocado en la ruina ... cuando no comprometer nuestra integridad física o vida misma. Cuando nos sucede algo así, buscamos una explicación que nunca encontramos ... y terminamos atribuyendo el resultado salvador a la su...

Tiempo ...

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  Ya no tengo tiempo ... escribe en sus versos Mario Andrade . El habla de su tiempo vital restante, con mucha pasión y profunda sabiduría. Habla del tiempo que le queda por vivir, y en consecuencia decide hacerlo con plenitud. Muchas veces nos impactan enormemente esas imágenes de nuestras vidas finitas ... de nuestros caminos que se van consumiendo y no nos damos cuenta. Otras veces, la instantánea es la opuesta: afirmamos que no tenemos tiempo hoy para dedicarnos al presente, porque necesitamos ocuparnos de otras cosas del futuro en este mismo momento . Y decimos entonces, demasiadas veces: hoy no tengo tiempo. En realidad, sí tenemos. Siempre, en todo momento. Aún en las etapas más álgidas, complicadas, enredadas y angustiantes de nuestras vidas ... tenemos tiempo. Tenemos tiempo para decidir una cosa o la otra, para optar por un camino de profundización del stress y del vértigo diario, o no; para elegir postergar eso que nos clama por más tiempo, o continuar dándole excusas. E...

Pequeños gestos ...

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  Vivimos tiempos extraños. La sociedad se prepara para salir de la Pandemia, las restricciones gubernamentales disminuyen, se tiende a una nueva "normalidad" y se palpa claramente una energía contenida en todos los ámbitos. Muchas personas continúan haciendo sus lutos truncos, otros se esfuerzan por recuperarse económicamente, los más jóvenes comienzan otra vez con la presencialidad, el trabajo remoto se modifica según la conveniencia de la organización empresaria ... y también -por primera vez- del propio trabajador. Atrás quedaron paradigmas tan arraigados como -hoy- obsoletos: no es necesario cumplir un horario en un determinado lugar físico para ser productivo y eficiente en la faz laboral. Ni siquiera resulta conveniente. Muchas empresas han dejado sus sedes corporativas, dándoles a sus colaboradores la libertad de producir dónde y del modo que les resulte mejor. La educación perdió -transitoriamente- algunos condimentos propios de las clases con el profesor enfrente, ...

Las apariencias no engañan ...

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    Todos nos plantamos ante la vida, cada día, intentando dar nuestra mejor imagen. Nuestra mejor apariencia, nuestra mejor predisposición, rostro, modales, empatía ... en fin, procuramos relacionarnos de la manera que -consideramos- es más óptima para nosotros mismos y nuestros grupos de relación. Trabajamos cotidianamente con nosotros mismos en búsqueda de aceptar y ser aceptados por nuestros entornos, sean éstos de la naturaleza y especie que sean ... sociales, laborales, afectivos, familiares, deportivos, etc. En todos esos ámbitos tratamos de presentarnos bien. De dar una buena impresión. De agradar y ser de tal modo reconocidos como individuos. Para ello usualmente recorremos un largo camino en nuestro "entrenamiento social" mediante ensayo-error, logros y fracasos, éxitos y frustraciones ... Inclusive, procuramos formar ese perfil externo mediante el jalonamiento de los aspectos positivos o exitosos de nuestros recorridos vitales, en una suerte de encadenamiento de ...

Yo quería ser mayor ...

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  Vivimos en un juego de ajedrez ... hacemos jugadas más o menos riesgosas, conservamos piezas para movidas previstas para más adelante ... tratamos de ganar una partida que ya está establecida ... Desde muy pequeños, y como parte de una herencia cultural que se ha extendido por siglos, recibimos el bombardeo constante y desde todos los ángulos posibles, acerca de lo que debemos ser, lo que debemos hacer y lo que no. Qué está bien y qué no ...  En las primeras etapas de nuestras vidas, quizá como una reminiscencia de los instintos animales que alguna vez tuvimos como métodos de supervivencia, esa dicotomía de lo biueno y lo malo, esa regla de no se puede o sí debés hacerlo de esa forma; nos evita accidentes, lesiones, la muerte misma ... Luego, ese deber-ser impuesto transgeneracionalmente muta en conceptos más refinados, tendientes a la adaptación del individuo a las reglas sociales. Ya no son instrucciones para evitar daños físicos o el compromiso de la supervivencia, sino r...

Hoy tiré viejas hojas ...

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  ... Esas que hablaban del pasado ... como cantaba Nito Mestre Cada tanto nos agarra por sorpresa algún accidente de la vida, algún recodo no previsto en el camino de nuestra experiencia vital, una pérdida, o simplemente el transcurso del tiempo que obliga a cerrar etapas para hacer lugar a nuevos rumbos, nuevos destinos, nuevas ideas e intenciones ... y más temprano que tarde nos encontramos haciendo balances de los tiempos pasados, y proyectos para el por-venir. O también, por el inexorable paso cronológico del tiempo que marca nuestras edades biológicas, sencillamente se impone una revisión y nuevo orden en los muebles de nuestra cabeza ... Siempre admiré la capacidad innata que tiene la gran mayoría de las mujeres, para dar vuelta los muebles de la casa, o de sus locales u oficinas, cada vez que una crisis las obligaba a cambios ... Hay algunas, también, que necesitan ser ellas las protagonistas del descarte o entrega de los muebles de sus lugares de vida, como proceso necesar...

Viviendo Sueños ...

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    Todos perseguimos sueños. Siempre y en todo momento. Desde pequeños anhelamos cosas, viajes, eventos extraordinarios, cuestiones fuera de lo común. Ya más crecidos, en la adolescencia, la sociedad nos entrena para ir jalonando anhelos ... para ir saltando de un sueño a otro. Sea éste tener algún bien material, algún viaje, fiesta o experiencia con mucho marketing ...  Y así vamos por la vida, la gran mayoría de nosotros, en una suerte de carrera de obstáculos; en búsqueda de las "estaciones" que nos darán satisfacción ... sólo mientras las anhelamos, pero cuyos efectos reales y concretos se diluyen ni bien tocamos el objeto del deseo, ni bien arribamos a esa peculiar estación ... Pocas personas logran darse cuenta de la absoluta esterilidad de esta carrera sin fin, alimentada por el consumismo materialista y marketinero, que nunca para y siempre pone por delante de nuestos ojos alguna "estación" nueva ... lejos ... alcanzable pero con sacrificios ... costosa ......

Uno

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    Como dice el tango de Enrique Santos Discépolo ... "Uno busca lleno de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias. Sabe que la lucha es cruel y es mucha pero lucha y se desangra por la fe que lo empecina ..."   Uno tiene muchas acepciones.  Tanto la palabra en sí, como el sujeto al que nos referimos con esa expresión. Puede vincularse a la singularidad de alguna persona, o ser auto-referencial. Puede ser el comienzo de una enumeración de cualquier cosa, o integrar filosóficamente la figura del yo ... sin caer en el ego, pero marcando la diferencia: Yo soy UNO . También Uno (mismo) tiene varias acepciones, según sea el punto de vista de quién nos define. Si somos nosotros, Uno se siente generalmente el centro de todas las cosas que percibimos a través de nuestros sentidos, justamente porque las mismas suceden alrededor de .. Uno! Si son los demás quienes nos definen, esto es los otros Uno; es muy común que no haya identidad en la acepción o conce...

Somos energía ...

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 ... para Popy ... (River flows in you ...)       Pocas experiencias son tan gratificantes y plenas como viajar sólo con alguno de tus hijos, vos y él o ella, en exclusividad ... A mi me ha pasado, y me siento muy afortunado de haberlo podido hacer con varios de ellos; por distintos lugares, países y en diferentes circunstancias, pero con esa ligazón tan especial que se traba de por vida en la exclusividad de los momentos compartidos de a dos, plenos y felices ... No es que no disfrute la locura y diversión propia de los viajes familiares, como ya lo he dicho antes; sino que estos periplos, estas aventuras de a dos, son muy íntimas ... se consolidan en el amor de la experiencia compartida, en la complicidad de la exploración de nuevos destinos, culturas y gentes ... en el temor del hijo que es conducido y cuidado por el padre ...  Es ese temor, casi una simbología plena de la vida a la que están próximos a lanzarse ... con nuestro impulso vital como padres. En e...

Las Puertas del Destino ...

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  Nuestras vidas discurren, como el agua que avanza por la gravedad, por distintos cauces, quebradas, arroyos, ríos, etc. Siempre avanzando hacia adelante, nunca regresando. Cuando nuestras vidas se estancan, igual que el agua, comienza la podredumbre, el mal olor, la sensación fea de la no-vida paralizada ... El agua del rio fluye siempre, y -generalmente- nuestras vidas también. Pero nuestras experiencias vitales, nuestros espíritus viviendo la experiencia corporal, no siguen el mismo parámetro de los ríos ...  No. El río tiene su avance ya predeterminado por siglos de recorrer el mismo camino, el mismo cauce, desde el mismo lugar y hacia el mismo destino. Nosotros podemos elegir el cauce a seguir.  Más aún, cada instante de nuestra existencia tenemos dos o más puertas para abrir, elecciones para hacer, caminos para tomar, rumbos que seguir ... Una vez superado ese portal, automáticamente se presenta otro, y luego otro, y así sucesivamente, a cada instante de nuestras v...

Almas Varadas ...

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  En términos náuticos, no excesivamente técnicos, una nave se vara o queda varada, cuando queda atorada con el fondo o la orilla no buscada, porque el líquido por el que fluía fue perdiendo profundidad y espesor y resulta -ahora, con la varadura- inexistente. Por ende, ese navío no puede "fluir" más por el líquido, no puede navegar ni avanzar. Está atascado. Algo similar ocurre, algunas veces, con nuestras vidas. Quedamos atascados en un varamiento laboral, detenidos en seco en nuestro fluir social, o sin fluido en nuestra corriente emocional ... Sin darnos quizá cuenta, o algunas veces sin importarnos demasiado los signos de poco "fluido" bajo la nave que circula por la corriente de nuestras vidas, quedamos varados en algún punto sin que hayamos querido ese destino ... Entonces, vemos con desazón cómo nuestros compañeros de viaje de la vida, siguen navegando y fluyendo con la corriente, avanzando en sus propios derrroteros y alejándose paulatinamente de nosotros. ...

Heridas Familiares

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  Toda relación humana implica altibajos cíclicos. Algunas veces estamos en la cima ... otras muy abajo.  Hace un tiempo atrás ví una imagen en Instagram, que decía que nuestras relaciones tenían que ser como el gráfico de un electrocardiograma: con picos y valles, pues así -entonces- eran normales. Si nuestras relaciones, o alguna en particular, era "plana" es decir sin altibajos, entonces (como el corazón en ese especial estudio cardíaco) estaba muerta ... Eso me hizo reflexionar sobre el tipo de relaciones que mantenemos cotidianamente en vigencia: laborales, sociales, de vecindad, afectivas, familiares ... Analizando estas últimas, que no necesariamente se deben resumir a las de la familia primaria, encontré toda una simbología que las representa: las heridas de la piel son un reflejo casi exacto de cómo vivimos (o sufrimos) ese tipo de relaciones. A diferencia de los vínculos íntimos que establecemos -si tenemos suerte- con personas que nos otorgan y elijen para relac...

Semáforos ...

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  Hace un largo rato que estoy observando la calle cerca de donde estoy desde hace unos días, y noté que no sólo no había ningún semáforo en los alrededores, sino que -tampoco- había problema de tránsito alguno. Ni entre vehículos, ni con bicicletas o peatones. Eso me hizo recordar una visita con amigos a las islas de Nueva Zelanda, hace ya diez años atrás, en que notamos con asombro que una ciudad completamente turística (Queenston), que albergaba en las dos temporadas (verano e invierno) casi 300.000 personas, sólo tenía un único semáforo en una esquina ... Nos sorprendió lo ordenado y tranquilo que era el tránsito vehícular (muy fluido en horarios pico), y traspolábamos eso a nuestras costumbres latinas ... Obviamente, la comparación daba para todo tipo de chistes y risas, aunque en el fondo creo que nos sentimos mal por ser tan desordenados y necesitados de regulaciones, límites y prohibiciones; inclusive -como los simples semáforos- claramente compulsivas ... Cuál es el punto ...